viernes, 6 de octubre de 2017

PLOTOBER 2017 - DÍA 6




Bueno, si visteis mi Twitter, ayer subí un texto para el Plotober, una iniciativa semejante al Inktober pero que versa sobre la escritura, no el dibujo. La verdad es que me gusta mucho la idea, y por eso he decidido unirme a la fiesta, un poco tarde, eso sí, pero bueno. Y para evitar cánceres oculares por mi caligrafía, iré subiendo los textos al blog. Sé que tengo pendientes el análisis de El precio del poder y El Gameramaratón, pero pronto llegarán. Todas las entradas pertenecientes a esta iniciativa tendrán la etiqueta Plotober 2017, para que pueda accederse a ellas con mayor comodidad. También las iré poniendo en Twitter y en Facebook con la marca #plotober. Sin más dilación, empecemos.

Hoy la premisa es...

¿QUIERES SER INMORTAL? HAGAMOS UN TRATO


Mientras esperaba el metro, pensando en la sopa boba, un anciano se acercó y paró a mi lado, a escasos centímetros. Algo incómodo, pero bueno, intenté aguantar lo mejor que pude. El anciano me miró de arriba a abajo, de abajo a arriba, sonriendo. Era un tipo muy raro. Llevaba una camisa, pantalón, un maletín y zapatos, lo cual suena normal, sí, pero lo raro en él eran sus ojos azules y penetrantes, que parecía que te iban a absorber el alma. No había visto nunca a un anciano con esos ojos. 

Ni corto ni perezoso, el anciano me preguntó: 

-Buenas tardes, jovencita, ¿le interesaría ser inmortal?-.

Yo quedé patidifusa. No había nadie más en el metro, y nerviosa, le dije que si no me dejaba, llamaría a la policía.

El anciano se disculpó: 

-Siento haberla asustado. Deje que me presente. Me llamo Bartolmeo Nocacho, y soy un vendedor ambulante que recorre el país desde hace más de cuarenta años. Vendo todo tipo de productos: desde lápices usb y ordenadores hasta fuerza, confianza y determinación. Hoy tengo de oferta varios artículos, como...- El anciano sacó de su maletín un montón de objetos, como un disco de Coldplay, un libro de Murakami, un cuaderno de bocetos, una pluma, etc.

Le pregunté que dónde estaba la inmortalidad. Él me respondió: 

-Oh, la inmortalidad. Mire, es un artículo que también tiene precio rebajado. No me la ha comprado nadie desde hace décadas, y puedo entender el porqué. Pero bueno, no entremos en detalles. Si a usted le interesa, se la vendo, junto con algún otro producto que desee de los que he sacado. Oferta especial.

Le pregunté el precio. 

-Sólo cinco euros. Como le dije, está de oferta. Antes costaba mucho más, créame-.

No pude creerle cuando me dijo el precio, pero lo pensé fríamente. Estaría chocheando, me dije, pero mira, le compro la inmortalidad y el disco de Coldplay, por cinco euros. Además, parece que el disco está bien, y de paso le ayudo. Sí, venga, hagamos el trato.

Le di los cinco euros y él me entregó el disco y un papel, como si de un diploma se tratase, que ponía que a partir de hoy, era inmortal.

-Siento decirle que no hay devoluciones. Política de la empresa. Por favor, entiéndalo-.

Le dije que no pasaba nada, que le agradecía la oferta y que tuviera un buen día. El anciano se alejó con paso tranquilo y se marchó por donde había venido.

Cuando me di cuenta de la hora, eran casi las cuatro de la tarde. Había salido de casa a la una.


Han pasado mil años desde entonces. No he envejecido ni un ápice, y como todo ser inmortal, he visto de todo. He llegado a pensar si mi inmortalidad tiene una fecha de caducidad, por simple curiosidad, no porque quiera morir. En cuanto al anciano, sólo lo vi una vez, un siglo después de conocerle. Me preguntó qué tal me iba, yo le dije que bien. Él preguntó si lo decía de verdad, y yo le dije que sí. Que ahora tenía mucho más tiempo para ver cosas, pensar. No como antes. Tras oírme decir eso, me dio los buenos días y se alejó sonriendo. 

Me pregunto qué tal le irá.


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