domingo, 8 de octubre de 2017

PLOTOBER 2017 - DÍA 8




Sigamos escribiendo, mis pequeños lectores. Veamos la premisa que hoy toca...

UNA SEÑORA LOCA TE SUSURRA AL OÍDO QUE ES UNA BRUJA. NO LA CREES HASTA QUE... 



Un día cualquiera. Anodino. Molesto. Como el resto de los días que había tenido desde hacía... ¿cinco años? ¿seis?. Ni puta idea. Pero tampoco debería quejarme. Gano un montón acojonante de pasta con un trabajo estable y de forma decente, no tengo antecedentes penales, estoy comprometido con una chica que me adora... Joder, la vida me sonríe. Se mire por donde se mire. 

Entonces, ¿por qué no soy feliz?

Ya hace tiempo que busco respuesta a esa pregunta. 

Voy al trabajo. Camino por la calle, saludando al tendero del colmado al que voy a comprar los productos de limpieza. Llego al cruce que me lleva hasta mi empresa. Normal. 

Hasta que oigo una voz que dice a mi lado: -Por favor, señor, ayude a esta pobre bruja-.

Me giré. Pensé que era una mendiga pidiendo limosna, pero no. Era una chica joven, de unos quince años, vestida como cualquier chica de quince años de cualquier país desarrollado. Y me decía que era una bruja.

Ni ella ni yo apestábamos a alcohol. 

-¿Eres una bruja?-. Le digo yo. 

-Sí, pero, por favor, ayúdeme, se lo suplico-.

No soy tan cabrón como para negar la ayuda a una niña. Aunque esté loca de remate. Total, si pasa algo, voy a la policía, que está cerca. Pero bueno, seguro que será alguna chorrada. 

-¿En qué te puedo ayudar, pequeña bruja?. Si es que eres una bruja-.

La niña me miró con una cara de cordero degollado y comenzó a llorar. 

-Eh, vamos, para, por favor- Comencé a decirle-. No llores. Tienes que saber que soltarle a alguien que eres una bruja es un poco difícil de creer...-

-¡Justamente eso!- gritó de pronto la chica. -Nadie me cree, nadie me hace caso cuando les digo que soy una bruja. Por favor, crea que soy una bruja. Y de corazón, se lo suplico-.

-Es que... Necesitaría una prueba. No sé, haz un truco de magia, o algo-. 

La chica comenzó a mirar, se quedó contemplando el semáforo y me dijo:
-Ehmmm...Dentro de veinte segundos el semáforo se pondrá en verde-.

Y pasados esos veinte segundos, se puso en verde.

Pura suerte. Pura y cochina suerte.

-No... ¿no le convence? Por favor, le juro que lo he adivinado con mis poderes, eso es cosa de brujas, ¡créame!-.

-¿Por qué eres tan pesada con el tema de ser una bruja, si se puede saber?- le espeté de una manera un tanto maleducada. Casi gritando. 

La niña se asustó cuando le dije eso. Mierda. Me he pasado. Ahora sí que la hemos cagado. 

Ella me miró y dijo:

-Si no fuera una bruja, no sabría que no eres feliz con tu vida-.

Pff. Anda que no hay gente que no es feliz.

-Aunque tengas una chica muy guapa con la que te vas a casar, aunque ganes dinero a espuertas, aunque no tengas ningún antecedente penal, no eres feliz con tu vida-.

Lo dicho, anda que no hay gente así. Poca, pero la hay. Que no, que no me trago que seas una bruja, chica. Llego tarde al curro, niña.

-Pero soy una bruja. Y para que me creas, tengo... esto- sacó de su mochila unas fotos que me enseñó.

Su puta madre.

En esas fotos salía yo en un bar con una compañera del trabajo con la que me lié hace dos meses. Justo cuando mi novia y yo nos habíamos comprometido.

Di un bufido.

-¿Cómo las has conseguido?-.

-Tomé las fotos de los vídeos de la cámara de seguridad. ¿Que cómo tuve acceso a ellas?. Porque el dueño es mi tío. Y, además, esa chica es mi hermana mayor.  Nos lo contó todo. Le dio mucha pena que cortaras con ella. Aunque bueno, sabiendo lo del compromiso...-.

Di otro bufido.

-Bien, pequeña bruja, ¿cuánto pides por esas fotos?-.



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