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domingo, 22 de enero de 2023

EL GATO CON BOTAS: EL ÚLTIMO DESEO

 


El período comprendido entre el 2022, y lo que ha empezado de este año, 2023, ha sido, para mí, uno cargado de mucho cine, con películas buenas, malas, y de las que sorprenden, que son las que me gustan: aquellas que te dan algo que no esperarías y con las que sales sonriente del cine. Si contamos con Eva Thrice, que ha sido la última película de animación que he visto en cines (y sí, sé que salió en el 21 en Amazon Prime, y la vi en su día, pero ayer mismo la visioné en sala grande y me lo pasé como un enano, así que la incluyo sí o sí), las mejores cintas de animación que vi en ese tiempo han sido Belle, de Mamoru Hosoda, la ya mentada Eva Thrice, y la que nos ocupa, El gato con botas: el último deseo. Todas han sido para mí grandes sorpresas: la última entrega de Evangelion, de la cual temía lo peor, ha sido un cierre emotivo de la franquicia, con momentos para quitarse el sombrero, la excelente clausura de arcos de personajes (destacando para mí el de Asuka, cuyo pasado me hizo llorar en la sala sin remedio), y cómo no, su banda sonora; Belle fue la restauración de mi confianza con el director Mamoru Hosoda, y su coronación como uno de los realizadores nipones a tener más en cuenta por un servidor, gracias a una historia conmovedora, con un CGI de aúpa y unas canciones espectaculares; y El gato con botas 2 ha sido como un Kung Fu Panda 2.0: veía los avances y prometían risas y diversión, pero tras verla, he comprobado que esta cinta es mucho más de lo que aparentaba en un principio: su tratamiento de temas, su animación, sus personajes, su música...  la coronan como mi entrega favorita de toda la saga Shrek, y una de las mejores películas animadas que he visto en muchos años, que recomiendo encarecidamente su visionado para cualquier amante de mundo de los dibujos animados.

Ahora, entremos en materia...

AVISO: HAY DESTRIPES DE LA PELÍCULA DE AQUÍ EN ADELANTE. SEGUID POR VUESTRA CUENTA Y RIESGO.



La primera entrega en solitario del gato con voz de Banderas salió hace ya diez años, que se dice pronto: tomando la base de los cuentos de hadas, nos dieron una divertidísima película de western, cargada de unos planos y colores de quitarse el sombrero (gracias, Nathan Fawkes), quizá un poco simple, pero cumplía su cometido, y nos presentaba a nuevos personajes que acompañaban al heroico gato. Esta entrega amplía su universo, tomando esa base de mundo de Sergio Leone, con gobernadores, gracia española, y música de guitarra, pero mezclándolo, y esta vez sí, con una enorme dosis de cuentos: Jack Horner, los tres ositos y Ricitos de Oro, el Lobo feroz... La cosa es que la situación en la que se halla el Gato con botas es bastante peliaguda: sus ocho vidas han sido malgastadas y sólo le queda una, a lo que le aconsejan que se retire, lo cual él no acepta en un principio. Pero la llegada de un inesperado contrario dispuesto a matarlo le hace recapacitar, y el conocimiento de la existencia de una estrella que concede un deseo le hace vislumbrar el objetivo de la, por ahora, última epopeya: buscar esa estrella para obtener de nuevo sus vidas, y disfrutar de esa existencia tan apasionante que ha llevado. 

Básicamente es Gilgamesh. Y reinterpretado de puñetera madre.

Veréis, Gilgamesh, de acuerdo a la versión de Alianza Editorial, trataba sobre un rey déspota y cruel, cuyo nombre era Gilgamesh. Los dioses atendieron a las súplicas del pueblo sometido y enviaron a un igual, Enkidu, para que se batiera con él, librando al reino de la tiranía. Pero, cosas del destino, se hicieron los mejores amigos. Por desgracia, la muerte de Enkidu hace que Gilgamesh parta en busca de la inmortalidad, por el miedo a la muerte. En su epopeya cambia de parecer, y aprende a ser más respetuoso. Es así como vemos que, el mismo narrador que nos contaba al inicio las maravillas de la ciudad del protagonista, es en realidad Gilgamesh, que en los compases finales, nos habla de la majestuosidad de su reino. Un arco de personaje perfecto, de hace más de 2000 años de antigüedad, con moraleja y todo. 

Lo mismo que pasa al Gato con botas. Un viaje épico en busca de esas nueve vidas, en las que aprende a vivir esa última con sus amigos, con los que quiere, y no como antes, ocho vidas vacías y desperdiciadas, en las que su leyenda no le dejaba ver, o al menos no quería verlo, que estaba más solo que la una. ¿Para qué vivir solo, sin amor...? No merece la pena malgastar así la vida (también veo algo de Evangelion ahí, lo cual siempre agradezco) Simple, sublime, y brillante. Todo acompañado de una animación, música, y doblaje castellano magistral. No hagáis caso de las críticas del medio, honestamente, no aciertan ni una con esta cinta.

Pero claro, no podría olvidarme del mejor antagonista que nos ha dado Dreamworks y la animación desde hace décadas: el Lobo feroz. La mejor representación de la muerte en cualquier medio que haya visto. Porque este lobo es la parca.


Sus apariciones con ese silbido que hace que te cagues en los pantalones, la voz tan profunda que tiene, su diseño, sus hoces, su motivación, esa omnipresencia acechante (como la muerte)... Todo hace de él un personaje increíble. Muy idiota por mi parte leer el argumento en Internet, donde pude ver la verdadera identidad del personaje, pero aún así, disfruté de todas sus escenas y momentos como un enano. Muchos le definen como un villano, pero para mí es un antagonista: ya que ha visto que el Gato con botas ha malgastado todas sus ocho vidas, ¿por qué esperar a que arruine esta última? Mejor aceleremos el proceso. Además, la muerte no es algo malo, sí, da miedo, pena, escalofríos, pero es una parte de la vida. Y la vida, hay que vivirla, como aprende al final nuestro protagonista. Se ha convertido en Gilgamesh, ha evolucionado en su viaje, puede mirar a la muerte a la cara, no reírse como hasta ahora había hecho.

 


 

Y ese me parece un mensaje increíble para esta cinta: vive la vida, aprovéchala, ten a gente cerca con la que pasar los malos y buenos momentos... Uno que, como me gusta a mí, es algo que no me esperaba, y me ha logrado sacar una sonrisa. Esta es la Dreamworks que deseaba ver de nuevo. 

Sé que esta reseña ha sido corta, pero la verdad, creo que esta es una cinta que merece verse en el cine, una familiar que de verdad merece la pena. Así que id corriendo, insensatos. 

Y si queréis más crítica y rollo cinematográfico, aquí tenéis la del bueno Jordi Maquiavello, que nos da muchos, muchos, MUCHOS detalles de esta maravilla audiovisual:





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