El período comprendido entre el 2022, y lo que ha empezado de este año, 2023, ha sido, para mí, uno cargado de mucho cine, con películas buenas, malas, y de las que sorprenden, que son las que me gustan: aquellas que te dan algo que no esperarías y con las que sales sonriente del cine. Si contamos con Eva Thrice, que ha sido la última película de animación que he visto en cines (y sí, sé que salió en el 21 en Amazon Prime, y la vi en su día, pero ayer mismo la visioné en sala grande y me lo pasé como un enano, así que la incluyo sí o sí), las mejores cintas de animación que vi en ese tiempo han sido Belle, de Mamoru Hosoda, la ya mentada Eva Thrice, y la que nos ocupa, El gato con botas: el último deseo. Todas han sido para mí grandes sorpresas: la última entrega de Evangelion, de la cual temía lo peor, ha sido un cierre emotivo de la franquicia, con momentos para quitarse el sombrero, la excelente clausura de arcos de personajes (destacando para mí el de Asuka, cuyo pasado me hizo llorar en la sala sin remedio), y cómo no, su banda sonora; Belle fue la restauración de mi confianza con el director Mamoru Hosoda, y su coronación como uno de los realizadores nipones a tener más en cuenta por un servidor, gracias a una historia conmovedora, con un CGI de aúpa y unas canciones espectaculares; y El gato con botas 2 ha sido como un Kung Fu Panda 2.0: veía los avances y prometían risas y diversión, pero tras verla, he comprobado que esta cinta es mucho más de lo que aparentaba en un principio: su tratamiento de temas, su animación, sus personajes, su música... la coronan como mi entrega favorita de toda la saga Shrek, y una de las mejores películas animadas que he visto en muchos años, que recomiendo encarecidamente su visionado para cualquier amante de mundo de los dibujos animados.
Ahora, entremos en materia...
AVISO: HAY DESTRIPES DE LA PELÍCULA DE AQUÍ EN ADELANTE. SEGUID POR VUESTRA CUENTA Y RIESGO.