Pues no hizo falta verme esos vídeos para volver a caer... |
Si habéis leído algunas de mis entradas, seguramente habréis visto que soy un especialín del carajo. Siento un incomprensible amor hacia Transformers MTMTE que me hace no sólo hablar de este cómic día sí y día también, sino compararlo con otras series. Soy de esos que prefiere mil veces el Xenoblade 2 al 3 aún con todas las virtudes de este último, que no son pocas. Soy un tipo que se llama Padrino del anime y que ha visto tantos animes como dedos tengo en las dos manos (pero eso sí, todas las de Godzilla salvo las de Netflix, chupaos esa)... Casi ná. Y, para echar más sal en la herida, soy de esos que considera que One Piece... Bueno... No está mal. Pero tampoco es la segunda venida de Jesucristo. Aunque antes no era así. En mi época adolescente, era de mis mangas favoritos, junto con Dragon Ball. No sé a partir de qué punto se torció la relación (quizá con la saga de Thriller Bark, ni idea) pero la cuestión es que mi interés, al ver que se estaba convirtiendo en una serie eterna, se estaba apagando. Quizá sea cosa mía y no esté hecho para obras de tamaña longitud, o de esta demografía, pero hey, ahí tenemos Full Metal Alchemist, al que sigo considerando, aún habiendo pasado más de diez años desde que lo terminé, mi manga favorito. Posiblemente sea lo primero, sí. La cuestión es que si sigo leyendo la obra de Oda es por saber qué narices es el One Piece y por acabar una historia que lleva ya con nosotros casi treinta años. Que se dice pronto. Se podría asegurar que la leo en automático, para ver qué pasa, y no sería una opinión descabellada, pero, me gustaría matizar un poco más dicha opinión. Porque ahora mismo la historia ha llegado a un punto en el que me siento como aquel chaval de doce años que no podía esperar a leerse el nuevo tomo que llegaba a la tienda de cómics de mi ciudad.
Las vueltas que da la vida, señores.
NOTA: Destripes grandes de One Piece, sobre todo de los últimos capítulos del manga. Avisados quedáis.