Ya he dicho en más de una ocasión que, a pesar de mi nombre y el de este blog, no soy tan Padrino del anime como uno podría pensar, pues me he visto muy pocas series de animación japonesa. Suelo excusarme en que muchas son largas y me agobio al pensar en que tengo que pasar mucho tiempo de mi vida viéndolas (ejem One Piece ejem), pero es que también me abruma la enorme oferta que sacan los estudios nipones cada temporada, y cómo a veces suelen entrar en ciclos: una temporada tiene muchas series de sucesos sobrenaturales, otra adaptaciones de novelas ligeras... Encima, ahora parece que los estudios están bajo órdenes de un gobierno japonés desesperado por las bajas cifras de natalidad del país, porque madre mía la de animes románticos que están sacando últimamente, MADRE MÍA Y DE DIOS... Además, añade a todo esto que muchos animes tienen premisas que sencillamente no me atraen nada, pese a las buenas reseñas que les den en los foros y blogs, y ni les echo un vistazo. Será que soy un quisquilloso de tres pares de narices.
Basta de tanta cháchara, que me enrollo. A lo que voy es que, pese a todo esto, me ha resultado gracioso que el único anime que me he visto de esta temporada es una continuación de una serie que salió en el año 2023. Y su historia no era original, ni se basaba en un manga o novela ligera, sino en un videojuego, y no uno cualquiera, sino uno de mis juegos favoritos de todos los tiempos.
Nier Automata.