Un ejercicio que me suele causar un poco de vergüenza es releer viejas entradas. Y con viejas me refiero a las viejas viejas, las primeras, cuando este blog empezaba a dar sus pasos. Una escritura que imitaba el lenguaje del Internet de la época, llena de anglicismos por aquí y allá, es sin duda la mayor causa de dicha vergüenza. Lo único destacable era la falta de pudor por aquella época, una en la que me veía lanzándome al proceso de redacción, aún si nadie comentaba por aquí. Una de aquellas, en la que comentaba mis diez películas favoritas (once en realidad), puede ser un ejemplo de aquellos tiempos. Lo peor no es tanto que refleje esa etapa inicial, sino que no hice justicia con ella a una cinta que hace poco vi, y me hizo pensar que ya no se hacen películas como las de antes, películas que no temen hacer el ridículo, sino que quieren que te lo pases bien. Un poco como con esa etapa que comento.
Esa cinta no es otra que Jumanji, la del 95, la buena. Una película que, cuando niño, veía día sí y día también con mi hermano, y de la que me gustaría comentar, brevemente, lo que más me gusta de ella.
Sí, han pasado más de 30 días desde la anterior entrada y hoy traigo una enumeración, ¿qué se esperaban vuesas mercedes de este humilde servidor?