Ah, me encanta el olor a Plotober por la mañana...
Y la premisa de hoy es...
MORIRÁS EN CINCO MINUTOS
Sabía que este día llegaría. Han sido buenos momentos, pero el final se acerca inexorablemente. Con cada minuto que pasa, noto que estoy más cerca del funesto momento. Es ley de vida, pero me parece muy injusto. Ya no podré nunca más ver el cielo azul, un nuevo amanecer, las nubes, la lluvia por la ventana, la gente caminando, los coches y edificios, las maravillas del hombre y de la naturaleza. No oiré más el sonido del metro, ese acompasado son que me sorprende cada vez que lo escucho, el son de una serpiente de metal en la cual me introduzco junto con mi amiga. Y es que a ella es quien más echaré de menos, aquella chica, que se acercó un día, entró en mi hogar, preguntó por mí, aparecí, y me cogió con las manos más dulces que jamás había notado. Ojalá pudiera hablarle, decirle todo lo que siento, que la quiero y amo con todo mi cariño, y que nunca se irá de mi memoria. Entonces pienso si ocuparé un lugar en su alma.
Ya está. Los ojos de mi amiga lo dicen. Mi hora ha llegado. Ella me mira y me sujeta con sus manos, con el mismo cariño que la primera vez. Yo no puedo articular palabra. No me es posible. Pero lo deseo.
De pronto, ella sonríe. Me levanta y me coloca la estantería pequeña de su mesita, junto a otros de mis compañeros, pero encima de ellos, con mimo y cuidado, a la vista de todo aquel que entre. Lo último que hizo fue darme un beso.
Su madre se acercó.
–¿Qué tal? ¿Te ha gustado?
Ella se gira, y le responde con una dulce voz.
–Sinceramente, creo que, de todos los libros que he leído, es mi favorito.
–Oh, me alegro, cariño. ¿Y... cuál era? No lo recuerdo bien.
Ella me mira de nuevo. Porque quiere.
–Hojas de hierba.
Madre e hija se alejan de la habitación, mientras aún sigo oyendo sus risas, sus conversaciones y palabras. Yo no puedo hacer más que pensar en ella. Y digo, sin que nadie me escuche:
"Gracias, mi creador, por toda esta vida".
No hay comentarios:
Publicar un comentario