Vamos, que esto no pare.
Y la premisa de hoy es...
CON ESA VIDA DEBES SER UN FRACASADO
–Buenas, señor.
–Buenos días. Siéntese.
–De acuerdo.
–El otro día me llamó por un problema.
–Sí, verá, es que llevo varios días sin poder dormir.
–¿Desde hace cuántos días que presenta este problema?
–Desde una semana, si mal no recuerdo.
–Ajá. ¿Ha tomado alguna medicación para dormir?
–No, señor.
–¿La zona en la que vive es muy ruidosa? ¿Duerme con las persianas bajadas, sin ninguna luz?
–En general, no. Vivo en el centro. Y las persianas siempre bajadas. Ni un rayo de luz.
–Mmm. ¿Duerme solo o con alguien?
–Solo.
–Ya veo. ¿Ha tenido alguna vez alguna enfermedad grave, que le haya dejado secuelas?
–Que yo recuerde, no.
–Bien. ¿Qué tal en el trabajo? ¿Algún episodio estresante, madrugadas, se duerme en el trabajo?
–No, todo normal. Lo curioso es que aunque no duerma, no tengo sueño. Me siento descansado, pero no puedo cerrar los ojos y dormir como hace todo buen hijo de vecino, ¿comprende?
–O sea... Que usted descansa como si hubiera dormido, pero en realidad, no ha hecho tal cosa.
–Así es. Me paso las siete horas en la cama, o andando, o leyendo. Nada de dormir. Y luego como una rosa. ¿Usted ve qué sinrazón?
–Curioso cuanto menos, sí.
–No sé qué voy a hacer.
–Hábleme de su vida.
–¿Cómo?
–De su vida. De cómo consiguió su trabajo. Cómo fue educado. A grandes rasgos. Un resumen.
–Mmm... Pues... Yo era un niño feliz, crecí feliz, conseguí un empleo estable en una empresa, y llevo en ella más de quince años, con dos ascensos y aumento de sueldo. No tengo pareja pero tampoco es que me muera por estar con alguien. Y eso sería todo.
–Vale.
–¿Cree que eso tiene que ver con mi problema, doctor?
–Mmm... Puede ser. ¿Alguna vez se ha arrepentido de algo?
–Como todos, supongo. Sí.
–¿Le gustaría haber hecho otra cosa? ¿Tomar otro camino?
–...Y a quién no.
–¿Y piensa en eso cada vez que va a dormir?
–Es curioso, pero... Desde que empezó el problema, sí. Surgió de repente en mi cabeza, ¡zas!. No sé por qué. Pero ahí sigue, dando vueltas. No me molesta mucho, pero lo noto.
–Bien.
–¿Qué piensa, doctor?
–¿Honestamente? Que a su cabeza no le gusta el rumbo que ha tomado su vida. Por eso no le deja dormir.
–Pero... ¿Qué dice?
–Lo que honestamente creo. Habría que hacer más pruebas, por supuesto. Es más, me da la impresión de que su cabeza lo toma por un perdedor.
–Pero... ¿Qué dice?
–Lo que honestamente creo. Habría que hacer más pruebas, por supuesto. Es más, me da la impresión de que su cabeza lo toma por un perdedor.
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