Esto sigue, bellacos. Ar, marinero, claro que sigue.
LE LLAMABAN MISIFUS
Todos conocen su leyenda, ¿verdad? Sí, no os hagáis los remolones. Hablo del único, el inigualable, el indomable, amante de mininas de todos los rincones, furtivo contrabandista, sí, hablo del gran...
–¿Gato con botas?
–¿Cómorl?
–Sí, hombre, el gato con botas, ya sabes, el que tiene la voz tan sexy y todo eso.
–Pero ¿qué diablos te has estado fumando hoy, pequeño infusorio?
–Fumar nada, beber sí, una Coronita, pero ya está. ¿Estás hablando del gato con botas, no?
–Pues no, no me refiero a ese gato, sino al gato ¡Misifus! El grande, el único, el...
–¿Misi qué? A ver si el que está fumando ahora eres tú.
–Joder, que no, que hablo de Misifus, hombre, es un gato famosísimo, no hay nadie que no lo conozca, hasta los más jóvenes han oído hablar de él.
–Puesssss... No, no me suena. Venga, hablemos del fútbol o algo, que para que me des un rollo sobre un gato...
–¡Maldita sea! ¿No ves, oh desgraciado, que estoy a punto de narrarte una historia épica sobre el mayor felino que haya pisado la faz de la Tierra?
–¿Viste el golazo que marcó Ramos? Dios, qué golazo. ¡Pum! Y a tomar por culo. ¿Lo viste, eh, lo...?
–¡Me defeco en todo lo defecable! ¡Me cortas el rollo! ¡Misifus merece mayor respeto que esto!
–Bueno, venga, dime algo de ese gato. Anda.
–Pues verás... Era un frío y aciago día de invierno. Los gélidos vientos del norte sojuzgaban a los habitantes de esta, oh idílica ciudad nuestra. Entonces, sucedió.
–¿Qué sucedió?
–Que el gran Misifus apareció de entre los coches, y tan solo con sus ronroneos supersónicos, pudo lograr aumentar la temperatura de la ciudad, haciendo que el crudo invierno que nos sojuzgaba pasase... ¡AL CÁLIDO Y FRESCO VERANO! ¡TODOS EN LAS PUTAS TERRAZAS! ¡Y OH, MISIFUS, CON TANTA GRACIA COMO APARECIÓ, SE DESVANECIÓ SIN QUE NADIE SE DIERA CUENTA, SIN QUE NADIE LE AGRADECIESE NADA! ¡PERO YO, YO LO VI! ¡UNA MARAVILLA DEL CIELO, UN REGALO PARA NOSOTROS, MORTALES INGRATOS! ¡OH MISIFUS!
–... ¿Qué cojones ha sido eso, tío?
–Ni idea, una mierda, supongo. Me ha salido así, de repente.
–Joder. Imagina que la publica alguien en un blog, o algo.
–Pfff, ni de coña, tío. Oye, ¿ese tipo nos ha estado mirando mucho o me lo parece a mí? ¿Y no lleva una libreta?
–Pues ahora creo que se ha dado cuenta de que le hemos visto.
–Que se va, macho.
–Bueno, ¿y qué?
–Pues que a lo mejor es periodista y quiere coger tu historia.
–¿Y?
–Que se llevaría él todo el mérito.
Los dos amigos miraron sus cervezas, se las acabaron enseguida y salieron como alma que lleva el diablo del bar. Ese día, los transeúntes pudieron ver cómo un periodista era perseguido por dos tipos que no podían casi ni correr de la embriaguez que llevaban encima, y estos a su vez eran perseguidos por el dueño del bar, con escopeta en mano y al grito de: "¡MOROSOS HIJOS DE PUTA!" Lo bueno de todo esto, es que no dejó a nadie a cargo de su establecimiento, por lo que todos los clientes disfrutaron de varios litros gratis de cerveza. Qué generoso, este hombre.
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